Su primer encuentro
Su
dedo tembloroso buscaba su nombre entre los cientos de estudiantes que se
habían examinado para graduarse en Ciencias de la Comunicación, frente a ella
en el segundo tablón lo encontró, respiro hondo y siguió la línea hasta el
final donde ponía la nota.
Un
grito de entusiasmo salió de su garganta, no solo había aprobado si no que lo
había hecho con la nota más alta. Daba vueltas eufórica a su alrededor sin
percatarse que a su lado se encontraba un joven, apoyado sobre su hombro en la
pared y con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón observándola en
silencio.
Sabana
se interrumpió al ver al chico y se quedo inerte al encontrarse de pronto con aquellos
ojos azules luminosos e hipnóticos mirándola con interés, de cabello negro bien
cortado cuerpo atlético pero no de gimnasio. Sus labios eran lo más increíble
que había visto jamás. Esa boca incitante que parecía haber sido creada para
dar besos largos y abrasadores, sintió como una especie de corriente eléctrica
recorriéndola todo el cuerpo, por una vez en su vida sintió la necesidad de
acercarse a un desconocido y besarlo.
—
¿Te ocurre algo? La preguntó acercándose a ella y sacándola de su
ensimismamiento.
—No…es
que…creí que estaba sola—respondió abrumada —Seguro que habrás pensado que
estoy loca.
—Para
nada lo he pensado. Supongo que tu alegría se debe a que has aprobado.
—Sí,
y no sabes que peso me acabo de quitar de encima. ¿Y tú, has aprobado?
—Sí,
pero de eso ya hace mucho tiempo. He venido a ver las notas de un amigo que se
ha puesto enfermo “seguro que por la ansiedad” —la susurro acercándose.
—Vaya
cuanto lo siento—él no entendió bien el comentario y frunció el gesto—Me
refiero a tu amigo, siento que esté enfermo.
—
Yo no, gracias a eso he podido conocerte a ti. — ella vio una amplia sonrisa —
En fin supongo que habrá que celebrarlo. —dijo con énfasis él poniendo su mano
sobre el hombro de ella.
Ella
se sorprendió por su descaro, no le conocía de nada y él empezaba a tomarse ciertas
licencias que no la gustaron.
—Lo
siento me esperan en mi casa. Están ansiosos por saber los resultados del
examen. Quizá en otro momento. —Quito la mano de él de su hombro e hizo intento
de marcharse.
—
¿Te he molestado? La preguntó viendo que se sentía incomoda.
—No.
Solo es que tengo prisa.
—Está
bien. Pero va a resultar difícil que quedemos otro día si todavía no nos hemos
presentado.
“Y
quien te ha dicho a ti que tengo interés en quedar contigo”. Pensó ella. Aun
así y como estaba deseando marcharse extendió la mano y él la estrecho con la
suya.
—Me llamo Sabana.
—Encantado
Sabana yo me llamo Derek. —Sabes que tienes un nombre precioso. —Se llevo la
mano al bolsillo saco una libreta y un bolígrafo.
Al
verle Sabana supo lo que estaba a punto de pedirle, y se sintió un poco
acorralada.
—
¿Supongo que tendrás teléfono?
Sabana no sabía cómo salir del paso quería
quitárselo de encima cuanto antes, por muy arrebatador que le pareciera ella no
iba a darle su número a un perfecto desconocido, opto por darle uno falso y
salió de allí apurando el paso.
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El
fin de semana fue de locos bueno más bien de locas pues sus amigas se empeñaron
en celebrarlo llevándola a una discoteca, y acabo exhausta. El lunes tuvo que
hacer un gran esfuerzo para ponerse en pie, lo logro a duras penas, se refresco
la cara con agua fría para espabilarse y con gran lentitud consiguió vestirse,
después de desayunar cogió su bolso y
salió camino de la universidad, allí se encontró con sus compañeros de clase se
entretuvieron hablando y cambiando impresiones al final de la mañana sacaron sus
pertenencias de las taquillas, después se despidieron deseándose lo mejor.
Derek
se encontraba en el aula donde el daba clases, limpiando su mesa de papeles
cuando la vio pasar, dio un brinco de la silla y salió a grandes zancadas hacia
la puerta entonces la agarro del brazo y tiro de ella hacia el interior de la
clase.
Sabana
iba tan abstraída que apenas tuvo tiempo de reaccionar. El corazón golpeaba con
fuerza en su pecho cuando oyó el golpe de una puerta cerrándose tras ella, no
podía ver a la persona que la había empujado hasta el interior de la clase pues
en el arrastre había quedado vuelta de espaldas. Al girarse se quedo
boquiabierta Derek bloqueaba la puerta con su cuerpo y los brazos cruzados
sobre su pecho, y la mirada gélida.
—Derek—balbuceo
un poco asustada.
—Vaya
te acuerdas de mi nombre, al menos es algo.
Pues
claro que se acordaba de su nombre y de él como iba a olvidarse de tamaño
espécimen.
—Dime,
no crees que dar un número de teléfono falso es muy infantil. Sinceramente
habrías quedado mejor diciéndome que preferías no dármelo, yo me habría
decepcionado pero habría respetado tu decisión.
Sabana
bajo los ojos avergonzada sabia que él tenía razón su conducta había sido más
propia de una cría que de una mujer. Ya era adulta y no tenía obligación de
hacer nada que no quisiera ni con él ni con nadie.
—No
espero una disculpa pero al menos podrías decirme porque lo hiciste.
Sabana
lo intento pero se le hizo un nudo en la garganta. Aquel hombre la intimidaba
con su mirada, pero a la vez no sabía muy bien porque se sentía atraída por él.
Y
cuando él empezó a avanzar para ponerse a su altura, ella retrocedió.
—Quédate
donde estas. O gritare. —le dijo con las manos por delante de su cuerpo.
—¡¡Me
tienes miedo!!—contestó él confuso.
—Y
te extraña, me has metido aquí a la fuerza, ¡¡no se con que intenciones!!
—Tranquila
preciosa, si quisiera hacerte daño lo haría en otra parte, fuera de la
universidad. No soy tan imbécil de arriesgar mi trabajo y menos por una mujer.
—Tú trabajas aquí—dijo sorprendida.
—Sí.
Pero nos estamos desviando de la conversación. Todavía no has contestado a mi
pregunta, porque me diste un número falso.
Sabana
se tomo su tiempo, no se la ocurría nada que decir, excepto que su madre siempre
la decía que desconfiara de cualquier extraño.
—Me
lo imaginaba, no tienes respuesta—metió las manos en los bolsillos del pantalón,
se apoyo en uno de las mesas de la clase y la miro fijamente—Pues yo si la
tengo, pensaste que yo era uno de esos ligones
descerebrados. ¿Me equivoco?
Sabana
cabeceo
—Tengo
que decirte que aunque molestó, si hubiera estado en tú lugar hubiera actuado
de la misma forma. Hoy día uno no se puede fiar de nadie y menos siendo mujer.
Sabana
puso los ojos en blanco, tanta palabrería para terminar dándole la razón.
¿Quién entiende a este tío? —Se preguntó a sí misma.
—¡¡Bien!!
Y ahora que está todo aclarado. —Saco las manos de los bolsillos y se incorporo
de la mesa en la que estaba apoyado y se
coloco de nuevo frente a ella—Qué te parece si vamos a tomar algo para celebrar
tu graduación.
Sabana
hizo ademan de abrir la boca para rehusar la propuesta, pero Derek se adelanto
a ella impidiéndoselo con un gesto de la mano
—Ah
no señorita, esta vez no admito una negativa.
Sabana
no tuvo más remedio que aceptar, era la única manera de quitársele de encima (metafóricamente)
le invitaría y después cada uno por su sitio. Pero aquel hombre podía llegar a
ser además de guapo muy persuasivo, y aquella mañana resulto ser más agradable de
lo que ella se había imaginado y de pronto se encontró a su lado sentada en una
cafetería tomándose unas cervezas sin alcohol, manteniendo una charla de lo más
normal. A aquel encuentro le siguieron otros y ella parecía estar viviendo en
un sueño pues no se podía creer, que aquel chico con cuerpo de hombre duro, la
hubiera elegido a ella, que físicamente era de lo más normal, el color de su
melena era castaño claro sus ojos hacían juego con su pelo, de pecho gastaba la
talla noventa, curvas bien marcadas cintura
estrecha, sus facciones eran como las de una muñeca, labios estrechos y bien
delineados. Una semana saliendo les basto para saber que estaban hechos el uno
para el otro y se comprometieron.
Sabana
consiguió trabajo como becaria en un periódico de tirada nacional y Derek
mantenía el suyo en la universidad como profesor.
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Un
año después Derek y Sabana contraían matrimonio por lo civil, fue una ceremonia
sencilla a la que solo asistieron los padres y hermanos de ambas partes. Después
de una comida familiar salieron camino del aeropuerto para trasladarse a
Tenerife donde pasarían su luna de miel. Eran pasadas las ocho cuando llegaron
al hotel, después de registrarse un botones cargo el equipaje en un portamaletas
y les acompaño hasta la habitación una vez allí las coloco en el suelo y se
retiro. Sabana se quedo alucinada al ver lo inmensa que era la estancia. Miro a
su alrededor fijándose en todos los detalles que la rodeaban.
—Madre
mía, si es más grande que la casa de mis padres. Y la cama ¡¡Dios mío!!Nunca
había visto una cama tan grande.
De
frente había una puerta supuso que era el baño y se acerco, cuando abrió la
puerta contemplo el enorme Jacuzzi redondo situado en una esquina, bajo unos
espejos enormes había dos lavabos y al otro lado el inodoro y un bidel.
Derek
se acerco a ella por detrás, la rodeo con uno de sus brazos por la cintura. Recorrió
con los dedos el camino desde el estomago a los pechos sostuvo uno de ellos en
la palma de su mano abarcando el seno con los dedos extendidos y lo tentó
suavemente deslizándose por el pezón fugazmente. Ella hecho la cabeza hacia
atrás hasta encontrar su mejilla él la retiro suavemente hasta que quedo apoyada
en el hombro masculino, él lamio la piel de su cuello hasta llegar a la oreja y
poder atrapar el lóbulo.
—Eres
preciosa—susurró a su espalda trazando sus curvas con ambas manos hasta
situarse en sus caderas, ella volvió la cabeza y el aferro sus labios mientras
moldeaba sus pechos uniéndolos para poder deleitarse de ellos. Sabana respiraba
erráticamente sentía las piernas flojas y sin fuerzas y su pecho subía y bajaba
al mismo ritmo de su respiración. Derek la giro suavemente hasta dejarla frente
a él.
—Que
te parece si lo estrenamos. —le dijo al oído
—Buena
idea. —Ella sintió su dureza presionándola el abdomen—Voy a llenar la bañera—le
miro por encima del hombro y abrió el grifo para que la bañera se fuera
llenando mientras se despojaba de su vestido. Él al ver su diminuta y sexy ropa
interior se apresuro a quitarse la ropa y la ayudo a desprenderse de ella,
luego la envolvió entre sus brazos, y la ubico dentro de la bañera, inspiro
ante la visión de unos pechos turgentes rozando el agua, ella extendió los
brazos suplicantes, el obediente se metió dentro de la bañera y la asió por la
cintura acoplándose a su espalda, postura que le permitía tener el trasero pegado
a su miembro excitado jugueteo con sus pezones que se habían endurecido con el
contacto de sus dedos, bajo hasta su ombligo y dibujo pequeños círculos a su
alrededor. Ella se movió sobre su erección exigiéndole más, Derek la complació quería
que la noche de bodas fuera inolvidable para su preciosa mujercita.
Celia
y el resto de sus compañeros le dieron
la bienvenida cuando Sabana se incorporo a la redacción después de su
luna de miel. Celia era la directora del periódico rondaba los cincuenta años
aunque no los aparentaba pues la gustaba cuidarse, iba al gimnasio al menos dos
veces a la semana que combinaba con masajes y tratamientos para mantener la
piel joven, estaba divorciada y tenía un hijo ya adulto, solía vestir de forma
desenfadada, extrovertida y de carácter afable, pero a la vez era exigente con
su trabajo.
—Aquí
tienes—le dijo, soltando una carpeta encima de la mesa de Sabana.
Sabana
la abrió y al ver la primera página, levanto la vista y la miro incrédula, Celia
sonrió viendo la expresión de su rostro.
—Lo
has conseguido—se levanto entusiasmada y la dio un abrazo.
—Sabia
lo importante que era para ti, asique moví unos cuantos hilos y ¡¡voila!!
El
contenido de la carpeta era el expediente del caso de Víctor un joven con
cáncer al que conoció en el centro médico y del que se hizo amiga mientras
esperaban su turno.
Después
de un buen rato hablando con él, aunque se le veía cansado, le llamo la
atención la entereza del joven a pesar de su enfermedad y la manera de quitarle
importancia a su sufrimiento, ella como buena periodista quería conocer detalles
de su historia, hablo con su madre allí presenté pero la idea no la gusto
demasiado, trato de convencerla pero sin conseguirlo, la mujer tenía miedo a
que su hijo no aguantara una entrevista ya que la quimio le dejaba hecho unos
trapos.
No
había sabido ser convincente y estaba desilusionada, aunque no quería tirar la
toalla y se lo comentó a Celia esta tampoco le dio esperanzas pues era un tema
muy delicado en el que él implicado dependía de la familia para su dar su
consentimiento. Pero la prometió hacer lo que estuviera en su mano.
Los
días pasaron sin ninguna respuesta por parte de la familia de Víctor, y ella lo
fue postergando ya que su boda estaba próxima y tenía que dedicarle tiempo.
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