Se acercaba el momento de partir, no había pegado ojo en toda la noche,
escucho como su madre habría la puerta de la habitación y se acercaba a ella.
-Katia ya es la hora, levántate.
-Voy mama – contesto
Katia se levanto, estaba muy nerviosa, se
fue hacia el baño y se pego una ducha para despejarse, después se vistió y
salio de la habitación hacia la cocina donde la esperaba su madre, la había
preparado el desayuno, un vaso de leche con tostadas.
-Buenos Días mama – dijo Katia.
-Buenos Días cariño – le contesto.
-Siéntate y desayuna bien, te espera un
largo viaje.
-De acuerdo – contesto- Donde esta papa –
pregunto.
-Esta fuera metiendo las maletas en el
coche.
Katia se sentó y comenzó a desayunar,
mientras su madre la observaba. Se notaba por las ojeras que no había descansado
bien pero no la dijo nada.
-Y mis hermanos –pregunto.
-Están fuera ayudando a papa.
-Bien – contesto.
-Ya me he tomado el desayuno, voy a por mi
bolso y nos vamos.
La madre asintió con la cabeza, recogió la
mesa y se quito el delantal.
-Yo también voy a por mi bolso- dijo la
madre.
Salieron las dos afuera, la madre cerro la
puerta y se dirigieron al coche donde les esperaba su padre y hermanos.
-Buenos Días papa – se acerco a el y le dio
un beso.
-¿Ya esta todo en el coche? – pregunto
Katia.
-Si cariño cuando quieras nos vamos.
Abrió la puerta del coche y entro allí,
estaban sus hermanos que la miraban con cara de tristeza.
-Vamos chicos no estéis tristes, ya veréis,
las vacaciones de navidad vendré a pasarlas con vosotros.
Sus padres entraron en el coche y se pusieron
en marcha hacia la estación de tren. Cuando llegaron ya estaban Sila y sus
padres esperando.
-Buenos Días – se saludaron las dos
familias.
-¿Nerviosa?-le pregunto Sila a Katia
-Nerviosísima, no he dormido apenas-
contesto Katia.
Los padres de las dos jóvenes se pusieron a
conversar mientras llegaba el tren. A los padres de Sila se les veía un poco más
nerviosos, era su única hija y se quedaban solos. Los altavoces anunciaban que
en 2 minutos entraría el tren en la estación. Katia y Sila cogieron sus maletas
y junto a sus familias se dirigieron al andén. Según entraba el tren a la
estación los padres se abrazaron fuerte a sus hijas, apenas podían respirar,
tuvieron que hacer un gran esfuerzo para poder separarse. Cuando Katia
consiguió librarse de los abrazos se volvió hacia sus hermanos y les dio un
beso y un abrazo a cada uno de despedida.
Katia y Sila subieron al tren, entraron en
el vagón cama y dejaron sus maletas, después salieron al pasillo para
despedirse, a través de la ventanilla, de sus familias. Los altavoces de la
estación anunciaron que el tren iba a efectuar su salida, a las jóvenes se les
hizo un nudo en el estomago viendo como quedaba atrás aquel lugar donde habían
nacido y pasado su adolescencia, y como poco a poco se alejaban y dejaban de ver
a su familia.
Se metieron dentro y se sentaron,
estuvieron un rato sin decir nada mirándose hasta que Sila rompió el silencio.
–Vamos hay que animarse.
Estuvieron un rato charlando recordando las
travesuras de pequeñas, hasta que el cansancio las venció, habían pasado mala
noche.
Katia le dijo a su amiga.
–Creo que deberíamos dormir un rato, nos
espera un día muy largo-Sila asintió con la cabeza.
Las despertó unos golpes en la puerta que
las avisaba del final del trayecto, las dos jóvenes cogieron sus maletas y se
acercaron a la puerta de salida. En el andén les esperaba una mujer con una
carpeta en la mano, entonces se presento a los jóvenes.
-Me llamo Dora y soy ayudante de dirección de la residencia donde vais a vivir durante este curso, ahora quiero
que os pongáis en fila, levantad la mano según os vaya nombrando, una vez que
compruebe que estáis todos iremos directos al autobús que nos llevara a la
residencia.
Una vez que comprobó que no faltaba nadie los
mando dirigirse a las escaleras que les llevaría al hall de la estación y desde
allí al autobús. Una vez dentro la ayudante les pregunto que si tenían hambre,
todos dijeron que si, entonces saco una bolsa que contenía bocadillos y
refrescos y empezó a repartirlos, Katia y Sila no los aceptaron porque sus
padres les habían preparado comida para el viaje, solo cogieron los refrescos.
Por fin llegaron a la residencia, se
bajaron del autobús y recogieron sus maletas, Dora les invito a que la
siguieran y así lo hicieron, había dos pabellones uno para chicos y otro para
chicas, primero subieron a la planta de
las chicas y allí las dio una tarjeta-llave con el numero de habitación correspondiente,
ni a Katia ni a Sila les había tocado la misma habitación, una vez hubo repartido
la tarjeta-llave a todas les mando que se fueran acomodando mientras ella se
iba al pabellón de los chicos. A Katia la toco compartir habitación con Marian,
una vez hechas las presentaciones se dispusieron a colocar la ropa que había en
sus maletas en su sitio correspondiente, estaban en la faena cuando oyeron a
través del megáfono los horarios de las clases y las normas que había que
seguir. Una vez colocada toda la ropa en su sitio se ducharon y prepararon para
ir a cenar, bajaron al hall y allí vieron un cartel donde les informaba donde
estaba el salón-comedor, se quedaron en la puerta, estaban impresionadas de lo
grande que era, las mesas estaban cubiertas por dos manteles, el de debajo de
color marrón y el que le cubría de tono beige, las sillas eran de madera, de
estilo clásico, había grandes ventanales cubiertos con cortinas de color
Blanco-roto, las mesas tenían capacidad para 50 alumnos, estaban colocadas de
tal manera que podían ver una que había al fondo donde se sentaban la directiva
del campus y algún que otro profesor. Comenzaron a caminar sin dejar de mirar a
su alrededor, entonces fue cuando Katia vio a su amiga sentada en una de las
mesas y se dirigió hacia ella, estaba con su compañera de habitación.
-Hola, ¿has visto esto?, es enorme-comento
la joven.
-Buff, yo me he quedado sin habla-le contesto Sila-Mira te presento a mi compañera
de habitación, se llama Sandra.
Katia también las presento a su compañera y
procedieron a sentarse.
Estaban comentando todo lo que allí estaban
viendo cuando una mujer de la mesa del fondo se levanto y comenzó a hablar a
través de un micrófono.
-Buenas Noches, me llamo Maguerit Benton,
soy la directora del campus bienvenidos, muchos de ustedes ya estuvieron el
curso pasado aquí y otros son nuevos a todos les deseo una feliz estancia, para
los que se han incorporado hoy por primera vez quiero que sepan que mañana,
después del desayuno, un conserje ira con ustedes para que conozcan el campus y
enseñarles donde están las clases y el resto de departamentos, incluida la
cafetería, donde irán a comer durante todo el curso, exceptuando los fines de
semana que se servirán solo en el Salón-Comedor, la cena se servirá a las 8:30
pm. Les aviso que si alguien llega mas tarde de esa hora se quedara fuera,
mañana también se les dará una hoja informativa de los horarios de las clases y
el nombre de los profesores, si en algún momento tienen una duda pueden
dirigirse a la oficina de Atención al Alumno, y dicho esto bienvenidos de nuevo
y ya podemos comenzar la cena.
Entonces vieron como una puerta que había
al fondo se habría y comenzaron a salir unos camareros con bandejas donde
traían la cena, no se oía ni una voz, estaban todos en silencio, una vez les
sirvieron comenzaron a cenar, cuando terminaron esperaron a que la directora se
levantara y entonces comenzaron a salir hacia sus habitaciones todo en perfecto
orden, cuando llegaron a su cuarto se lavaron los dientes, se pusieron el
pijama y se acostaron, el cansancio hizo que se durmieran pronto.
Estaban en lo mejor del sueño cuando oyeron
a través de un altavoz que era la hora de levantarse y bajar a desayunar. Se
levantaron y se pegaron una ducha para espabilarse, después se vistieron y
bajaron, tras el desayuno les esperaba el encargado de enseñarles el campus
como les había informado la noche anterior la Directora. Salieron
al vestíbulo como se les había ordenado.
-Buenos Días me llamo Henry y soy el
encargado de enseñarles donde están las clases y zonas comunes.
Se dirigieron al edificio que tenían
enfrente, Henry abrió las puertas y los jóvenes
comenzaron a entrar, no daban crédito a lo que estaban viendo, aquello
era enorme y las que mas impresionadas estaban eran Katia y Sila, los fue
enseñando uno a uno los pabellones del edificio. Cuando acabaron una de las
jóvenes exclamo algo.
-¡Esto es enorme!, seguro que me perderé.
Henry se volvió hacia ellos y les dijo.
-Ya os iréis acostumbrando.
Salieron fuera y les enseño los alrededores,
había unos jardines preciosos muy bien cuidados, había zonas con carteles donde
avisaban que las zonas verdes no se podían pisar. Una vez hecho el recorrido se dirigieron a la Residencia, ya era casi
la hora del almuerzo y debían subir a lavarse un poco antes de bajar al
comedor.
Era Lunes comenzaban las clases, Katia se
había levantado antes que les anunciaran por megáfono que era la hora, ya
estaba vestida cuando su compañera se despertó.
-Que madrugadora- le dijo Marian
-Si es que apenas he dormido, he estado
casi toda la noche pendiente del reloj.
Las dos jóvenes cogieron sus mochilas y
salieron camino del campus, en el camino se encontraron con Sila y con Sandra,
se dirigieron hacia la cafetería y se tomaron un desayuno rápido. Se dirigieron
hacia las aulas y allí se separaron.
A lo largo de la semana fueron conociendo a
los profesores que iban a darles clases durante el curso, y poco a poco
conocerían a otros alumnos, algunos ya de otros cursos anteriores.
seguiré con interes el segundo capitulo
ResponderEliminarGracias compi tu si que eres una amiga
EliminarLa madre haciendo competencia a sus chicos y vaya competención !!! EXCELENTE, esperando el segundo capítulo impaciente
ResponderEliminarGracias guapa
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